Desde el siglo XIX, la prensa y los medios de comunicación en general son considerados como el “cuarto” poder del Estado, por detrás del ejecutivo, legislativo y judicial, dado su gran poder de influencia en los temas políticos y sociales de un país. Un poder, el de los medios de comunicación, y, por ende, el de los profesionales que ejercen la profesión que está recogido como un derecho fundamental en nuestra Constitución, en el artículo 20, que diferencia entre el derecho de la información y la libertad de expresión.
Y precisamente de esa cuestión vino a hablarnos el pasado 30 de mayo, el recién nombrado presidente de la Federación de Asociaciones de periodistas, FAPE, Miguel Ángel Noceda. Una entidad que acaba de cumplir 100 años, lo que, como afirmó la presidenta Amparo Maties, “es un logro para la FAPE, muestra de su relevancia, lo que nos lleva a corroborar lo importante que es la fortaleza de las entidades que conforman la sociedad civil”. Además, ésta era la primera de las conferencias que Noceda daba en calidad de presidente de la Federación.
Nos encontramos en un contexto inestable, en el que conviene una reflexión sobre qué nos están contando y cómo nos lo están contando se hace imprescindible, tal y como apuntó la presidenta antes de pasarle la palabra a Begoña Puigmoltó, miembro de la Junta Directiva del Club y encargada de presentar al ponente de la noche.
Para introducir el tema en cuestión, y con la cercanía del congreso de la FAPE que le cedió la presidencia, Noceda compartió con los presentes la Declaración de Santander, en la que se manifiesta el firme compromiso de la defensa del periodismo como pilar de la democracia.
Esta carta recoge algunos principios, “que muchos compartiréis, pero nos obliga a velar cada vez más por nuestra profesión, que cuando se fundó hace 100 años, estaba llena de valientes, porque ejercían una profesión que no estaba reconocida, no existía.”
Y en esa misión de velar por el periodismo, el primer mal que le acecha es la precariedad, fundamentada por varias circunstancias que da lugar a malas prácticas periodísticas que han dado lugar a otros males, como la desinformación, la vulneración de la libertad de expresión, entre otros.
Pero la situación del periodismo también se ve amenazada por otras cuestiones, que están recogidas en la Declaración de Santander y que, entre otras, son los ataques a la prensa y a los periodistas, la dejación de partidos políticos de defender el derecho a la información veraz, las ruedas de prensa sin preguntas o la ley Mordaza, entre otros, como apuntó Noceda.
Con todas esas circunstancias, el presidente reconoció que “son tiempos difíciles para la libertad de expresión. El derecho a comunicar nos otorga mucho poder, para que una democracia sea plena, es imprescindible. El ciudadano debe tener clara una fotografía de la diversidad que existe a su alrededor”.
Ahora bien, la libertad de expresión comprende la crítica, aun cuando moleste, pero no es compatible con el insulto. Los derechos fundamentales no son infinitos, encuentran su límite en el principio de otros derechos fundamentales.
Una sociedad desinformada, es una sociedad manipulable
En el actual contexto de desinformación y polarización, el presidente de la FAPE quiso destacar que algunas formaciones políticas han atacado a medios que les son hostiles, impidiendo, por ejemplo, que entren en sus ruedas de prensa, refiriéndose a Podemos y VOX. Y con esto, atacan al bien más preciado de un periodista que es la credibilidad.
El tribunal supremo ha dirimido sobre esos casos, que el derecho a la información no puede ser obstaculizado por los partidos y que se debe dar garantías a la transparencia y a la veracidad.
“Tenemos la obligación de transmitir la información veraz, interés general y de relevancia para que el ciudadano se pueda hacer sus propias opiniones. La desinformación abre grandes retos los periodistas, uno de ellos es la consolidación de las redes sociales” apuntó el periodista.
Y en esa misma línea, Noceda explicó que “Si dejamos que la mentira se imponga, el ciudadano va a renunciar a informarse y a reflexionar e incluso a pagar por la información. Una sociedad desinformada, es una sociedad manipulable, porque la desinformación polariza a la sociedad y debilita a la democracia.”
Los periodistas deben luchar contra la desinformación, pero para Noceda, no es solo una lucha de estos, sino que para ser efectiva ha de unirse a ella los Gobiernos, los políticos, las plataformas y, en última instancia, de los ciudadanos.
Por lo que le afecta al periodista, su mayor herramienta para luchar contra la desinformación es trabajar sobre información veraz, informaciones contrastadas con fuentes fiables, contextualizadas y sujetas a normas éticas, lo que Noceda llama CCCP, que es “Conocer, comprender, contrastar y publicar”. No obstante, el presidente de la FAPE también reconoció que es necesario recuperar la confianza de los ciudadanos, conscientes de la manipulación, para garantizarles el derecho a la información y ellos por su parte, tienen que hacer el ejercicio de dejar de confiar de todo lo que les llega a través de las redes sociales.
Para concluir, Noceda apuntó la sencilla idea de que “El periodista es gente que le cuenta a la gente lo que le pasa a la gente. Lo que hacemos los periodistas y lo que somos los periodistas, bajo esa premisa, cuelgan la Libertad de expresión, información y de prensa.” Y finalizó con la cita de Antonio Machado que dice “Tú verdad, no la verdad y ven conmigo a buscarla. La tuya guárdatela”.