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El actor, director y productor Juan Echanove estuvo en el Club de Encuentro donde realizó una declaración de amor por el teatro cargada de emoción. El Presidente del Club, Francisco Puchol, se dirigió brevemente a los asistentes, que llenaron el salón, para agradecer la presencia del invitado e hizo alusión a la última obra del actor, “Conversaciones con mamá”, que se despidió de los escenarios en Valencia tras dos años de gira.
Cuchita Lluch, Presidenta de la Academia Valenciana de Gastronomía, socia del Club y una persona “que sabe mucho de Juan Echanove”, en palabras de Francisco Puchol, fue la encargada de presentar al invitado. Y lo hizo de una forma que consiguió emocionar al auditorio. Habló “de la persona y no del personaje”, aludió a los numerosos premios obtenidos por el invitado e hizo hincapié en el programa de gastronomía “Un país para comérselo” con el que consiguió el Premio Nacional de Gastronomía en 2010. “Es tímido, bueno, honesto, apasionado, cercano. Busca siempre el diálogo. Es memoria e intuición. Es un pensador. Un sabio. Es un caballero. Nobleza, distinción y generosidad lo definen”, así se refirió la Presidenta de la Academia Valenciana al “hombre de su vida”.
Juan Echanove comenzó su intervención agradeciendo al Club y al público presente la oportunidad de poder “hablar de algo esencial, que da forma a mi vida, el hecho teatral”. Echanove invitó al auditorio a acompañarlo hasta los años 1977-78, al teatro María Guerrero donde el Centro Dramático Nacional representaba “Noche de guerra en el Museo del Prado” de Rafael Alberti, el primer montaje con actores profesionales al que asistió con 16 años y que le despertó la pasión por el teatro y le impulsó a convertirse en actor.
«Yo quise ser actor. Quise decir la verdad», afirmó Echanove. “Es obra me hizo militar en el bando de la verdad, de esa verdad para ser representada”. El invitado habló de los miedos a los que tuvo que enfrentarse cuando anunció a su padre que quería ser actor. “A mí el teatro no me entretenía, me explicaba cosas sobre las grandes preguntas de las existencia”, señaló. Desde entonces empezó a estudiar a los autores, directores y dramaturgos que también buscaban esa verdad que él trataba de alcanzar.
En aquel momento, Juan Echanove se cruzó con un director “enormemente sensible y transgresor”, el valenciano Jose María Morera que le abrió las puertas del teatro profesional con la obra de Calderón de la Barca “El gran teatro del mundo”. “Él me dijo que nunca dejara de estudiar, que nunca fuera perezoso”, recordó.
El actor madrileño explicó que a lo largo de su vida ha encontrado esa verdad del teatro en “los montajes de Bertold Bretch, en los surrealistas chistes de Chiquito de Calzada, en Las luces de Bohemia de Jose María Rodero, en la Historia de un caballo de José María Collado…”. “Se trata de querer o no querer asumir, desde la verdad, los comportamientos de los personajes que se interpretan. Ese es el teatro que yo busco.”, remarcó.
“Confundir teatro con mentira, interpretar con fingir”, es entonces cuando el teatro pierde su razón de ser, según Echanove. El invitado dio algunos ejemplos de lo que no es teatro. “Una cosa es el teatro y otra la mentira. No caigamos en esa confusión, aunque a veces la paleta de colores se confunda y se entremezclen. No es lo mismo”, manifestó.
“No hay medias tintas. En esto del teatro, o todo es verdad o todo es mentira”, subrayó Echanove. “Si queremos un teatro de verdad, es necesario un respeto que a día de hoy está en vías de extinción”, expuso. “Esa verdad teatral ha de ser protegida, amparada y valorada por todos los estamentos en donde mora, pero sobre todo habrá de ser cuidada, mimada y defendida por quienes de un lado y otro de la cortina roja buscamos en el teatro ese momento que nos ayude a definir quiénes somos y cómo somos”, afirmó.
El invitado lanzó al público la pregunta de qué se puede hacer por el teatro. “Quererlo, amarlo”, contestó para luego reflexionar sobre las diferentes vías por las que puede transitar el teatro en los tiempos que corren. “El teatro ha de vivir en la calle y de la calle. Ha de formar parte de la educación en los colegios, institutos y universidades como una fuente de conocimiento”, dijo. “Ha de ser considerado como un bien de primera necesidad”, añadió.
“Yo quiero un escenario de verdad, con una verdad representada, con un público de verdad y con un pacto tácito común en el que el amor por el teatro nos haga responsables de sus esencias”, explicó antes de concluir con unas bonitas palabras: “yo quiero y demando un teatro vivo porque quiero convivir y quiero vivir. Quiero respetar y ser respetado, quiero amar para poder ser amado. Quiero representar para poder ser representado”.
Antes de terminar y pasar a la cena con los socios, Cuchita Lluch le trasladó a Echanove algunas preguntas del público que tocaron distintos temas, desde los autores contemporáneos que hacen teatro, la relación de poder y el teatro o sus experiencias personales con actores y actrices de este país.