El club ha retomado sus actividades presenciales tras atravesar nuevamente unas semanas críticas por el contexto de la pandemia que han obligado a retrasar actividades ya previstas y cerradas en agenda con los ponentes. Como apuntó la presidenta en su presentación, “es necesario una dosis extra de optimismo que nos empuje para que la sociedad civil siga presente y activa y emplearnos con trabajo e imaginación para salir de esta situación reforzados” No obstante, la actividad digital se ha mantenido y en enero se estrenó un nuevo formato, la Tribuna Joven, para dar voz a representantes noveles, y en la última semana se compartió también con los socios una nueva microconferencia, a cargo de Clara Portela, sobre la crisis en Ucrania. Precisamente esa crisis es la que se abordó en esta conferencia, pero desde una perspectiva de estrategia geopolítica y seguridad en el continente europeo. El encargado de ofrecerla fue el profesor Jesús Núñez, economista, militar en la reserva y co director del Instituto sobre Conflictos y Acción Humanitaria.
En esta ocasión, la presidenta, Amparo Maties, fue la encargada de dar la bienvenida al ponente y poner en contexto la conferencia y al orador invitado a nuestra tribuna. “Siempre tratamos de abarcar los temas de máxima actualidad, y la situación de Ucrania y las consecuencias geopolíticas requerían que tratáramos esta cuestión. Lo estamos abordando de dos maneras, con la micro de Clara Portela, profesora de Ciencias Políticas, que aportó una perspectiva más histórico-política. La segunda es la de esta tarde de Jesús Núñez.”
El profesor Núñez es especialista en temas de seguridad, construcción de la paz y prevención de conflictos, en especial atención al mundo árabe-musulmán, del que habla con “una claridad, la precisión y la contundencia del análisis del conflicto árabe israelí consecuencia del rigor del conocimiento” tal y como apuntó la presidenta.
Núñez comenzó su intervención apuntando que iba a ser una sesión en la “que será difícil salir del tono sombrío. La guerra ya empezó hace ocho años, 15.000 muertos acumulados en esa zona oriental de Ucrania, y esa es la realidad de la que se parte, y a partir de ahí podemos intentar ver hacia dónde van las cosas.”
1991, antecedentes del conflicto actual en Ucrania
En todo su discurso, el co director del ICAH fue claro, conciso y aunque no divagó en las cuestiones más profundas del conflicto, sí realizó una radiografía lo suficientemente clara para aportar luz sobre lo que está pasando desde hace años en esta zona. Para entender el conflicto que desde diciembre ha vuelto a poner el foco en Ucrania “Debemos contemplar dos dinámicas que son las que explican lo que han ido haciendo cada uno de los dos actores desde los años 90. ¿Quién es responsable? Depende de qué momento ponemos el cronómetro en marcha, nos ponemos encontrar que las responsabilidades varían y nos llevan a mucha complejidad, pero el asunto es complejo.”
Se trata de unas dinámicas, las que se marcan desde ‘Occidente’ y EEUU y la otra de Rusia y que tienen a Ucrania en el foco principal de tensión, pero implica algo mucho mayor, como es el nuevo orden de seguridad en Europa, sobre todo después del ultimátum de Putin en diciembre. Este nuevo orden que trastoca la situación de los últimos 30 años.
Es en el año 91, cuando comienza el embrión de lo que hoy sigue generando tensión y es que se desmantela el Pacto de Varsovia y desaparece la Unión Sobiética con el nacimiento de nuevos países que lleva a la OTAN ante su primera crisis existencial. En ese momento, la OTAN plantea su ampliación, su nueva ración existencial, hay un choque de civilizaciones y la OTAN modifica su despliegue hacia el sur este del mediterráneo y hay países interesados en ingresar, lo que a la OTAN le da más fuerza. No es una actitud agresiva.
En 1994, Ucrania es la tercera potencia nuclear del planeta, y se llega a un acuerdo, el Memorándum de Budapest mediante el cual ese país acepta destruirlas o integrarlas. Después de ese documento, Rusia se comprometía a reconocer la independencia territorial, pero no fue así.
Tras unos años de relativa tranquilidad y supuesto respeto, a partir del año 2000 llegan las revoluciones de color Desde ese momento, e suceden los compromisos e incumplimientos y todo tiene su razón de ser en el concepto de seguridad, ni la OTAN, ni Rusia y su organización de Seguridad quieren tenerse como fronteras. Ucrania está sirviendo como barrera de contención.
A partir del año 2000 llegan las revoluciones de color, en algunos de estos países, como Ucrania, Georgía, etc. que se rebelan contra los líderes autoritarios y esto hace que se vuelve a recrudecer el conflicto, porque en Rusia se ven nuevamente amenazados. “Putin llega al poder a finales del 2000, lo buscan los oligarcas para que se suba a la presidencia. Él acaba controlando la federación rusa, que tiene hidrocarburos, armas, y gas y petróleo. No tiene nada más, no hay tecnología, no hay agrocultivo, ni nada que lo haga valioso. No duda en chantajear para mantener sus intereses e incluso traicionar a los oligarcas que le han dado el poder.”
Según apuntó Núñez, “para Rusia, Ucrania es un interés vital, en cambio para occidente no lo es, sino que es un instrumento para tocarle las narices a Rusia. Cuando dos elefantes pelean los que más sufren son las hormigas”. Y dejó claro que “La OTAN nunca ha puesto un plan de acción para la integración de Ucrania.”
Además de estos dos frentes Occidente/EEUU y Rusia, hay que tener en cuenta también lo que sucede dentro de Ucrania y en ese sentido el Jesús Núñez explicó que “Ucrania es un país dividido, unos son prorusos y otra parte es proeuropea, y es una realidad con la que cualquier presidente de Ucrania debe jugar. En 2014, se movilizan los ciudadanos y ahí es cuando empieza la última crisis. A partir de ahí no ha habido voluntad política alguna”.
Hay un principio fundamental, la indivisibilidad de la seguridad
“Desde esa perspectiva llegamos al ultimátum del 17 de diciembre de 2021, Putin pone por escrito unas exigencias, que Georgia y Ucrania no van a entrar en la OTAN, que esta se debe comprometer a no poner tropas en estos países y Rusia se compromete a no desplegar tropas que sean una amenaza.”
Porque según apuntó Núñez, “Hay un principio fundamental, la indivisibilidad de la seguridad. Mi seguridad no puede estar basada en la inseguridad de mi vecino. No va a haber un papel diciendo que Georgia y Ucrania no van a entrar, pero llevamos desde 2008 dando largas a la situación. No habrá invasión plena de las fuerzas rusas, sencillamente porque no lo necesitan. Con la situación actual ya le vale para una negociación.”
Para Núñez el conflicto actual es el siguiente “Lo que hay es diálogo y disuasión, siguen sentados en la mesa porque hay espacio para la negociación” Los dos están jugando con la baza de la disuasión, y es donde cabe la esperanza, porque por un lado no hay necesidad de invadir y por otro lado no hay necesidad de defenderse”. No va a ser fácil, porque después de tanta tensión, a ver cómo desescalamos porque Putin no va a salir con las manos vacías.
En definitiva, y entendido desde la perspectiva geopolítica se seguridad, Núñez compartió sus conclusiones y es que en realidad y a pesar de la contaminación informativa, especialmente por parte de EEUU que le interesa mostrar una situación más crítica de la que es, “Los temas que se están negociando es volver a un escenario donde cada uno no se vea amenazado por el otro.” A ninguno de los dos le interesa entrar en un conflicto real a gran escala porque sus intereses se basan en seguir manteniendo el estatus Quo de las fronteras.
Con esta conclusión a modo de sentencia, – que seguro aportó claridad y también alivio a los socios y socias presentes-, el profesor Núñez finalizó su intervención y atendió amablemente a las preguntas que se le hicieron desde los asistentes. Una audiencia que en este caso estaba formada por un nutrido grupo de representantes académicos, así como políticos, como la diputada socialista en el Congreso, Ana Botella, el secretario autonómico para la Unión Europea y Relaciones Externas, el secretario autonómico de Participación y Transparencia, o la concejala de cooperación al desarrollo y migración del Ayuntamiento de Valencia, entro otros. Además, asistieron representantes militares y diplomáticos, como el general de brigada, jefe de mando de transmisiones y comandante militar de Valencia y Castellón, y el cónsul de Hungría en Valencia y presidente de la Fundación Goerlich, entre otros.